domingo, 29 de enero de 2012

ANALOGÍA BARATA Y ZAPATOS DE GOMA - De éticos y asépticos


A veces el brillante candor de los ojos que sueñan absortos en las vidrieras de las jugueterías, de niños fantaseando salvar al mundo con armas superpoderosas o niñas que ilusionan cosechar admiraciones con incomparables acrobacias sobre un mágico rodar de patines, resultan inobjetablemente más sensatas y realistas que muchos ojos más ingenuos y candorosos que suelen observan el devenir del proceso político tras la vidriera de la intelectualidad aséptica que reniega de toda acción o construcción, para instalarse cómodamente en la sabiduría incomprobable de la crítica ajena y el resultado puesto.

Así como esa ilusión de los niños goza de antemano su fantasía de éxitos, triunfos y aplausos que proseguirá cuando sostengan esas armas superpoderosas o los mágicos patines voladores, porque continuarán imaginando el resultado de sus proezas a pesar de las impertinencias de la realidad, implacablemente, al comprobarse los resultados de esa intelectualidad aséptica, decidida al fin a asumir el coraje y las acciones que demanda toda construcción política, deben enfrentarse con la verdadera realidad que probará la dimensión de su sabiduría o la audaz incompetencia de su discernimiento.

Dicen los que saben que el buen ladrillo mezcla barro con abono en su medida exacta y es mejor si es buena bosta. El batido que deja a punto, el moldeo y puntual oreado, temperatura y tiempo de horno en medida justa. Todo muy fácil. Solo hay que ser ladrillero.

Seguramente la ciencia y la academia habrán desarrollado la mejor técnica. Nuevas tecnologías automatizarán el proceso. Y será debate de intelectuales asépticos al barro y el estiércol, la maximización de eficiencia, rinde y productividad.

Hoy, meter las manos en el barro y el estiércol, y administrar agua, tierra, tiempo y calor, requiere algo más que teoría y conocimiento académico. Pero es la base para construir una casa. Luego –o antes- vienen las definiciones estratégicas de los arquitectos.

En la construcción política pasa algo similar. Hay que ser capaz de meter las manos en el barro y el estiércol, distinguir bien el uno del otro y reconocer el límite de cada proporcionalidad. Hay que saber medir a ojo temperaturas y tiempos, percibir las reacciones de la tierra al provocar humedad.

Las manos asépticas no construyen poder político y es bueno que si todos nos sentimos parte del buen ladrillo pensemos que otro es la bosta.

Néstor fue y aún es criticado por haber construido un proyecto de poder político desde la nada. Tuvo que meter las manos en el barro.

Se escucha un coro de asépticos dando clases de ética desde los sucios estrados del poder mediático donde mendigan su existencia.

El Proyecto Nacional y Popular, construcción política de variados ingredientes, con sus contradicciones a cuestas, sigue su marcha.

Y en este ladrillo, lo único que no está contaminado con bosta, es la bosta.



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